Las enseñanzas místicas de todas las épocas contemplan la evolución espiritual; muchas coinciden en que la humanidad es parte de la consciencia cósmica creativa y que el descubrimiento de nuestra naturaleza divina puede conducir, tanto a nivel individual como colectivo, a una vida más plena.
El despertar espiritual es el camino que nos lleva a trascender y convertirnos en nuestra mejor versión. Se trata de comprender quiénes somos, de dónde venimos y hacia dónde vamos. Entender que somos mucho más que solo un cuerpo.
Es tan natural y necesario como nacer, crecer y morir.
Este proceso suele ser de manera progresiva, poco a poco nuestra naturaleza espiritual emerge y aprendemos a vivir con una consciencia más amplia, libertad y conexión con el “todo”.
Cuánto más indagamos en nosotros, más descubrimos nuestro potencial latente: cualidades positivas, creatividad, agradecimiento, pasión y misión…
Sin embargo, existe la posibilidad de que este despertar pueda manifestarse de una manera intensa y fuerte.
Es muy común enfrentarse con pruebas y desafíos importantes cuando entras en este camino, sobre todo, cuando se trata de atravesar nuestros miedos, traumas o heridas del pasado (infancia).
Se requiere de un trabajo personal arduo y constante.
Pero, ¿y cómo saber que ya estás dentro de esta sintonía?
Existen algunos puntos claves:
- Tu consciencia crece, aprendes a estar en el aquí y en el ahora.
- Tus intereses cambian, buscas siempre tu bienestar.
- La vida cobra otro sentido, entiendes que todo es perfecto y te dejas guiar por el camino correcto.
- Tienes nuevas motivaciones y aspiraciones.
- Existe el deseo constante de transformarte a ti mismo para así, ayudar a transformar al mundo.
El despertar espiritual es una constante invitación, a través de muchos momentos de nuestra vida, a abrazarnos, aceptarnos y reconocer que simplemente somos seres transitando una experiencia humana, la cual es uno de los más grandes privilegios.